Esta ruta la empezamos en el camino de la cuesta de Mirabuenos. Para llegar hasta aquí, hemos de coger la A-319, carretera que va desde Cazorla al pantano del "Tranco". Una vez pasamos Cotorrios, vamos buscando Los Llanos de Arance y seguimos hasta el Control de Aguamulas. Cerca de la barrera se puede dejar el coche, aunque nosotros optamos por dejarlo unos kms. más arriba, en una bifurcación a la derecha, en una cancela donde comienza el camino primeramente mencionado.
El recorrido total son unos 34 kms. ida y vuelta pero nosotros la hicimos pernoctando en "Miravetes".
Casi todo el trayecto se hace por una pista forestal bien definida y en buen estado con unos 10 kms. de continua ascendencia.
Quiero poner una cita, que por cierto no es mía y que vi en otros blog´s, que dice así:
"No existe ningún lugar en la Sierra en el que el olvido haya sido más cruel que en estas aldeas de Santiago-Pontones. Obligadas a desaparecer por los intereses espurios de una administración déspota y despiadada, muchos de sus habitantes fueron desalojados forzosamente para ser recluidos en lugares artificiales como Cotorrios o El Vadillo, poblados creados por el antiguo Instituto de Colonización para acallar las conciencias".
Paramos a almorzar justo al final de la subida y muy cerca de la Caseta de Vigilancia de Majal Alto, pero la visita a ésta la dejamos pendiente pues, para ello, debemos de desviarnos de nuestro camino y a la vuelta contamos con más tiempo.
Después de un buen almuerzo/comida seguimos por el camino de los Aguaciles hacia la aldea de Canalejas.
Animales comiendo en el Arroyo de Las Canalejas.
Nada más pasar el arroyo nos topamos con la antigua aldea de Canalejas o lo que fue una aldea en su día.
No hubo mucha tregua entre la expropiación y la dinamita para esta y otras aldeas que sucumbieron al tiempo en soledad, entre zarzas y enredaderas.
Según he leído en internet, las casas fueron dinamitadas por la Administración para evitar que sus moradores volvieran a ellas.
Restos de la iglesia de Canalejas.
Al parecer Canalejas tuvo que tener más auge sobre las demás aldeas en estos recónditos rincones de la sierra, pues ademas de contar con una iglesia y una escuela, disponía también de una tienda de ultramarinos. De ahí que fue la mas afectada.
Una vez atravesada esta aldea, miro atrás y noto como me invade una mezcla entre nostalgia, tristeza e incertidumbre e intento imaginar como sería la vida aquí, hace unos años, mientras aún me muevo entre los cascotes esparcidos por el camino.
Fuente de Canalejas con varios lavaderos.
A lo lejos, avistamos el Cementerio de Canalejas.
Aún hay tumbas con flores e indicios de que algún familiar las mantiene cuidadas.
Los Centenares.
Llevaba mucho tiempo esperando poder hacer esta ruta, había oído hablar de estas aldeas y sus historias y de la belleza del lugar pero nunca sabes lo que se siente hasta que no vienes aquí, pues a pesar del dicho de: "Una imagen vale más que mil palabras", mil imágenes no describen el encanto de esta zona.
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El tiempo parece haberse detenido por estos parajes pero, a pesar de su mágica esencia y su indescriptible belleza, desprenden un cierto halo de soledad, olvido y tristeza.
En Los Centenares solo queda una casa arreglada, acondicionada y, por supuesto, cerrada; La casa de los Correos. Esta casa cuenta, en su exterior, con una quintana en la que se encuentran una mesa y una fuente, donde la gente que llega aquí se abastece de agua y se toma un merecido descanso. Junto a la citada casa hay otra, de las abandonadas, que aún sirve para refugiarse o descansar en ella pues tiene una chimenea en buen estado, sillas, mesa y algunos utensilios de cocina, especias, alimentos no perecederos que la gente que pasa va dejando, velas y otras cosas que pueden servir de utilidad.
Debido a la expropiación forzosa de sus tierras, al ser declarada "Zona de Reserva Nacional de Caza" en los años 60, las gentes que vivían aquí fueron, por decirlo suavemente; "invitados a marcharse".
Dejamos Los Centenares y vamos buscando el camino que nos acercará a Los Miravetes.
Miravetes a lo lejos.
Los cortijos o casas de Miravetes, todavía conservan enseres de sus antiguos habitantes como sillas, mesas, botellas, cacerolas, candiles, camas, alguna radio antigua e incluso, en los alrededores, restos de una bici de algún niño.
Supongo que todas esas pertenencias quedaron aquí a causa de la rapidez con la que se vieron obligados a abandonar sus casas.
Después de acondicionar un poco la casa, ponemos las bebidas en la "nevera".
Es imposible dejar de mirar como se pierde el sol entre estas aldeas o cortijadas y disfrutar de su ocaso, pues se puede sentir como fluye esa magia y esa esencia que tanto esconde y a la vez tanto habla de un pasado no muy lejano.
E incluso acostado, utilizando una de las camas de madera que todavía le han ganado un pulso al tiempo, he intentado imaginar como sería aquel día para estas gentes, el despojarse de todas sus pertenencias, de todos sus enseres, acarreando, valle abajo, escasamente lo que pudieran llevarse en sus bestias e ir a parar, en el mejor de los casos, a un triste, frío e impuesto grupo de casas como fuera el caso de Cotorrìos o el Vadillo. Todo ello para crear un gigantesco coto de caza para los opulentos y poderosos señoritos y, todo ello... de la manera más cruel e intolerable.
Miravetes, con los restos de sus moradas resistiéndose, erguidas, al abandono y al olvido, acompañadas en su soledad por las cercanas choperas, por los roquedos, testigos mudos de concurridos temporales y por el imponente vuelo de la regentes rapaces de las zonas más abruptas.
Muchos de los habitantes emigraron, otros sin embargo, se quedaron en las impuestas poblaciones cercanas. Así de curiosa es la historia de esta y otras muchas aldeas y cortijos abandonados de esta zona.
Detalle de las capas de cal que cubrían los maderos de las escaleras, chimeneas, techos o ventanas.
Detalle de la escalera, en la casa donde nos quedamos a pernoctar, hecha íntegramente de una pieza del tronco de un árbol.
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Entre las aldeas de Los Centenares y Los Miravetes se pueden observar postes esparcidos y lo más sorprendente o paradójico de estas aldeas, es que estaban a punto de ponerles el suministro eléctrico poco antes de su expropiación.
A la vuelta vemos lo que fuera un horno, en la aldea de Canalejas.
Ahora sí, nos desviamos para hacer una visita a la Caseta de Vigilancia de Majal Alto y deleitarnos con sus magnificas vista desde allí.
Vistas de pantano del Tranco desde Majal Alto.
Caseta de Vigilancia.
Esta ruta, además de regalarme un grato e inolvidable recuerdo también me ha echo sentir un cierto desconsuelo pues está predestinado que senderos, aldeas, cortijos y bucólicos paisajes caigan en la pena del olvido...
Por culpa del gobierno que hubo entonces y que no merece la pena ni hablar de ellos se han ido muchas gentes que vivían en un montón de aldeas que existían entonces y que tuvieron que abandonaron todo por culpa de toda esa gente que gobernaban entonces y que ni merece la pena de hablar de ellos pues además de las Canalejas, los Centenares y unas cuantas aldeas más también estaban los Goldines, la Ballestera y la Parrilla.Un saludo para todos los que hablan de una manera u otra de este tema.
ResponderEliminarEntonces también estaban,además de estas aldeas y dentro del mismo embalse,la aldea de Bujaraiza perteneciente al termino de Hornos de Segura y alguna que otra aldea como el Chorreon también dentro del termino de Hornos de Segura y que,y por la construcción del embalse del Tranco se han quedado en el olvido y que y cuando el agua del embalse baja de nivel se ven sobresalir de la misma agua como el mismo castillo de la aldea de Bujaraiza y otras cortijadas que han quedado en el olvido dentro del mismo embalse
ResponderEliminarBonito recuerdo
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